





1. | Es de esperar que la situación de los blogs corporativos mejore en un futuro convirtiéndose en una llave más para llegar a los clientes y fidelizarlos. |
2. | Los blogs pueden reducir el tiempo medio de compra y las devoluciones de artículos por arrepentimiento cuando la compra se realiza por Internet. |
Una herramienta que ya cuenta con más de diez años, los blogs, hoy, son más de 70 millones en el mundo entero y 1,4 de ellos se crean cada segundo. Además, ya no es sólo una herramienta de expresión individual, se impone también como el nuevo medio de comunicación que las empresas adoptan, para desarrollar su imagen y atender mejor a sus clientes. Nadie puede pasar por alto este fenómeno, a medio camino entre el e-mail y la web.
Las empresas deberían tener siete razones para crear un blog: convierte al cliente en una persona fiel a la empresa, obliga a compartir los conocimientos y facilita la difusión de temas de actualidad, permite también tener conversaciones simultaneas, el diseño de un blog es más atractivo que el de muchos sitios Internet y navegar por un blog es a veces más fácil y por fin contribuye a posicionarse como un experto en la materia.
El blog como elemento de comunicación, sin coste alguno, tiene que estar muy controlado por la empresa. Al igual que puede ser muy positivo, también puede desalentar a los clientes y posibles clientes, si no se realiza una buena comunicación o existe un mensaje disuasorio de compra.
Así lo refleja un estudio realizado por Zed Digital que indica que un 39% de los usuarios de blogs compraron un producto online después de haber leído una crítica positiva en un blog, mientras que un 41% declara haber dejado de comprar un producto o un servicio en la Web después de haber leído una crítica negativa. En Europa, cerca de 40 millones de personas consultan al menos un blog antes de comprar en una tienda de comercio electrónico.
Por lo que es de esperar que la situación de los blogs corporativos mejore en un futuro convirtiéndose en una llave más para llegar a los clientes y fidelizarlos. La conferencia internacional de Euroblog2007, junto con el estudio realizado a 300 empresas de 10 países europeos, revela que sólo un 2,5% de las compañías europeas tienen un blog siendo un 5,5% en el caso de las empresas de Asia y del Pacífico. Al frente de la lista están los EE.UU. con un 14% (de empresas que poseen un blog). Italia y España se sitúan a la cola de la lista.
Si es tan ventajoso, ¿porqué las empresas no tienen blogs? Según el estudio realizado por Lewis RP, las empresas todavía no ven claros los beneficios, los costos y las ventajas que podrían tener.
Un caso destacable es el de Rebelio, empresa líder de comercio electrónico en Europa a la vanguardia del negocio online, que vio las ventajas de crear un blog para su empresa. Empezó su construcción para sus clientes franceses, en octubre de 2006. “Nuestro blog nos permite estar más cerca de nuestros clientes y de probar la transparencia de Rebelio. Pueden aprovecharse al máximo de todas nuestras ofertas y ventajas”, afirma Luis Krug, director de Rebelio España. “Es un lugar de intercambio y de información, donde los usuarios pueden expresar su opinión. Para Rebelio es el medio de mostrar sus valores y su funcionamiento, por eso, actualizamos nuestro blog cada día. Además desde que creamos nuestro blog hemos visto que nuestros clientes compran más convencidos, disminuyendo así el tiempo medio de compra en 10 minutos desde que el usuario entra en nuestra página. También hemos reduci.do en un 20% de media el número de artículos devueltos por arrepentimiento”, añade Krug
Lola García Plaza, Directora dewww.argentacomunicacion.com
En el año 2008 se cumple el 60 aniversario de unos hechos que cambiaron radicalmente el mundo. ¿Cómo destacar la importancia de este aniversario? Si me preguntan cuándo empezó el siglo XXI, diré sin dudarlo: ¡en 1948!
Por lo que este aniversario significa para nosotros, comunicadores, el siglo XXI se empezó a gestar a finales de los años 30. En la efervescencia transdisciplinar que había reunido a matemáticos, filósofos, biólogos, fisiólogos, sociólogos, lingüistas e ingenieros alrededor del filósofo y matemático Norbert Wiener. Al mismo tiempo, Claude Shannon intuía su teoría matemática de la Información, y Alan Turing, matemático, precursor y pionero de la inteligencia artificial, concebía, en 1935, la máquina computadora moderna.
Una década después de esos inicios científicos dispersos, los resultados habrían de coincidir. En efecto, en 1948 irrumpía un acontecimiento intelectual al que todos quienes nos enfrentamos a la transferencia de mensajes tenemos que referirnos desde entonces. Nacía la Ciencia de las Comunicaciones o de la Información.
En aquel momento —mediados del siglo pasado— el declive de la era industrial arrastraba consigo el sistema de la economía de producción hacia la nueva economía de la información, que iniciaba su ascenso imparable. El paradigma de la economía industrial, cuya base era la transformación de la materia por la energía, había caducado definitivamente.
Una voz nueva irrumpía. Era la de Norbert Wiener que nos advertía: «La información es información, no es materia ni energía». Desde entonces supimos que los humanos intercambiamos materia, energía e información. ¿Qué había sucedido? ¡1948!
Cuatro acontecimientos en los campos social, científico y tecnológico vinieron ese año a cambiar el mundo:
«Hace cuatro años, el grupo de científicos reunidos alrededor del Dr. Rosenblueth y yo habíamos llegado a reconocer la unidad esencial de la comunicación, el control y la mecánica estadística, bien en la máquina, bien en el tejido viviente... Decidimos denominar a toda la materia referente al control y teoría de la comunicación, ya sea en la máquina o en el animal, con el nombre de Cibernética».1
El concepto de comunicación ligado a las ciencias humanas, renace, en la génesis de los conceptos recientes, a partir del término más preciso y, al mismo tiempo más técnico, de «información», índice numérico que caracteriza una actividad nueva en sí misma: la intensidad de intercambio entre los seres humanos, la complejidad del colectivo constituido por una sociedad global repartida en el espacio y en el tiempo.
Las innumerables confusiones que ha comportado el uso y el abuso del término «comunicación» proviene de la falta de una doctrina rigurosa, de una suerte de «vacío epistemológico» en el inventario que una nueva tecnología requiere, situación en que el amigo Abraham Moles se esforzó en reparar en 1992. La comunicación nace con la fusión de tres doctrinas fundamentales:
Pero detengámonos en lo que quiere ser el mensaje de estas reflexiones y la lección que hemos de extraer de ellas. La clave está en esas dos palabras-fuerza que ahora poseen nuevos significados y sintetizan el sentido de la Revolución de 1948. Estas palabras son «Comunicación» e «Información». Ambas no se pueden separar en el mismo acto de comunicar e informar, porque una contiene la otra.
La acción comunicativa es intercambio. Con independencia de cuál sea el carácter, la dimensión, la veracidad y el valor de lo que se intercambia. El instrumento comunicativo es neutro, y la calidad de lo que se comunica depende sustancialmente de la intencionalidad de los comunicantes.
Y en este punto precisamente interviene la noción de Información en el sentido de la teoría matemática de Shannon: H en bits.
Información, informar, en la etimología latina, tienen la raíz in que significa «dentro», y formatio e informo, que quieren decir «formación», «formar», «modelar». He aquí lo que significa informar. ¿Cuáles son sus efectos?: in-formar es intrínsecamente «formar o modelar dentro» del cerebro de otro u otros, datos, mensajes, conocimientos, convicciones.
La información es lo que circula en el acto de comunicación por los canales humanos y técnicos. En tanto que ellos son instrumentos de socialización, son neutros. Y por eso mismo pueden ser instrumentalizados. Lo que determina su uso es, pues, la intencionalidad de quien elabora y transmite esa información; es decir, de quien introduce en la mente de otros una forma (¿de pensar?, ¿de actuar?).
Pero la Información posee una condición específica. Es irreversible. Lo que ha sido modelado en nuestro cerebro ya no puede ser anulado. O sea, que cuando hemos informados de algo a alguien ya no le podemos des-informar, igual como los huevos revueltos no se pueden des-revolver.
Todo ese conjunto de propiedades «nuevas», que son intrínsecas al hecho de comunicar e informar tal como aquí hemos precisado, configuran un esquema paradigmático al cual nos hemos de referir. Un cuadro de valores que son propiamente «éticos». La Ciencia de las Comunicaciones o de la Información, una rama de las ciencias sociales nacidas con los Derechos humanos, nos viene a recordar, ahora que se cumplen 60 años de su nacimiento, el aspecto profundamente ético al que todos cuántos comunicamos información no podemos renunciar.